El invierno trae el gris de un cielo húmedo y una ciudad hastiada, sin embargo, aquella mañana amaneció con un sol radiante.
Nada de gris, todo blanco, todo limpio, acababa de parar de nevar. Y sentía una necesidad imperiosa de salir con mi perro a correr por el campo. A Tobi, mi perro, le encanta correr sobre la nieve, y a mí, verlo.
Mientras me decidía o no a salir a dar un paseo, el café comenzó a dar señales de aparición, suave susurro de la cafetera, y el característico olor que lo embriaga todo, haciendo de la estancia un lugar reconfortante y acogedor en las mañanas frias.
Caliento la leche en el microondas, y me sirvo un buen café en mi taza favorita, una que me regaló mi abuela; azul celeste con amarillo y una hermosa flor dorada en el centro.
Tobi se sienta a mi lado, quiere un poco de pan, salchichón, chorizo... él lo quiere todo, y si está bueno, pues mejor. Así es mi Tobi comilón como es propio de los bueno cachorros. Es pura alegría, y es mi mejor compañía. Me da la vida, como diría mi madre, parece mi juguete.
Me doy cuenta de que un rayo de sol entra por la ventana, no me puedo resistir y corro hacia él, me siento en mi butaca y empiezo a leer a Paulo Coelho "Como el río que fluye", un conjunto de relatos que me han recomendado cien mil veces y jamás me he sentado a leerlos, la mañana fria y con sol alentador, me empujó a parar al menos un rato para leer.
EL CATÓLICO Y EL MUSULMÁN
Así se llamaba el cuentecillo.
"Estaba yo hablando con un sacerdote católico y un muchacho musulmán durante un almuerzo...."
Cuando terminé el cuento, satisfecha de no haberme quedado dormida, puse la cadena a Tobi y salimos a correr y jugar al pinar de al lado de mi casa.
El aire era realmente frio, sentía la punta de la nariz congelada, la barbilla al punto de crionización y en las mejillas un color sonrosado muy típico del frio. Sin embargo, en la cara lucía una sonrisa de oreja a oreja y sabía que Tobi también, porque andaba corriendo de un sitio hacia otro, saltando, corriendo y riendo.
Cuando lo veo tan lleno de vida, me la contagia... y es justo lo que necesito, hace poco me diagnosticaron un cancer de útero y, desgraciadamente, ya no iene arreglo.
Me propusieron medicación, pero sólo serviría para prolongar lo que llegará tarde o temprano y privarme de estas maravillas, del frio, del calor, del invierno... me privaría de tantas cosas... Poco a poco, me voy dando cuenta y me voy haciendo a la idea de que mi fin está cerca, por eso vivo intensamente el frio o el calor. La lluvia me encanta y si hay una noche que llueve intento no dormir, para vivirla, para olerla, y para grabar esa sensación en mi cabeza por siempre.
Los dolores aumentan cada día, pero Tobi me anima, no hay nadie más a quien pedirle ayuda, mis hermanos no hablan conmigo desde hace años, por la vida que llevan y mis padre se fueron de este mundo hace dos meses. No se llegaron a enterar de mi situación, pues entonces creí que tenía esperanzas. Pero no...
O sí, la única esperanza que tengo es VIVIR lo que me queda con una buena sonrisa en la cara, rodearme de paz y bondad, y la escritura... siempre queda la escritura.
Nada de gris, todo blanco, todo limpio, acababa de parar de nevar. Y sentía una necesidad imperiosa de salir con mi perro a correr por el campo. A Tobi, mi perro, le encanta correr sobre la nieve, y a mí, verlo.
Mientras me decidía o no a salir a dar un paseo, el café comenzó a dar señales de aparición, suave susurro de la cafetera, y el característico olor que lo embriaga todo, haciendo de la estancia un lugar reconfortante y acogedor en las mañanas frias.
Caliento la leche en el microondas, y me sirvo un buen café en mi taza favorita, una que me regaló mi abuela; azul celeste con amarillo y una hermosa flor dorada en el centro.
Tobi se sienta a mi lado, quiere un poco de pan, salchichón, chorizo... él lo quiere todo, y si está bueno, pues mejor. Así es mi Tobi comilón como es propio de los bueno cachorros. Es pura alegría, y es mi mejor compañía. Me da la vida, como diría mi madre, parece mi juguete.
Me doy cuenta de que un rayo de sol entra por la ventana, no me puedo resistir y corro hacia él, me siento en mi butaca y empiezo a leer a Paulo Coelho "Como el río que fluye", un conjunto de relatos que me han recomendado cien mil veces y jamás me he sentado a leerlos, la mañana fria y con sol alentador, me empujó a parar al menos un rato para leer.
EL CATÓLICO Y EL MUSULMÁN
Así se llamaba el cuentecillo.
"Estaba yo hablando con un sacerdote católico y un muchacho musulmán durante un almuerzo...."
Cuando terminé el cuento, satisfecha de no haberme quedado dormida, puse la cadena a Tobi y salimos a correr y jugar al pinar de al lado de mi casa.
El aire era realmente frio, sentía la punta de la nariz congelada, la barbilla al punto de crionización y en las mejillas un color sonrosado muy típico del frio. Sin embargo, en la cara lucía una sonrisa de oreja a oreja y sabía que Tobi también, porque andaba corriendo de un sitio hacia otro, saltando, corriendo y riendo.
Cuando lo veo tan lleno de vida, me la contagia... y es justo lo que necesito, hace poco me diagnosticaron un cancer de útero y, desgraciadamente, ya no iene arreglo.
Me propusieron medicación, pero sólo serviría para prolongar lo que llegará tarde o temprano y privarme de estas maravillas, del frio, del calor, del invierno... me privaría de tantas cosas... Poco a poco, me voy dando cuenta y me voy haciendo a la idea de que mi fin está cerca, por eso vivo intensamente el frio o el calor. La lluvia me encanta y si hay una noche que llueve intento no dormir, para vivirla, para olerla, y para grabar esa sensación en mi cabeza por siempre.
Los dolores aumentan cada día, pero Tobi me anima, no hay nadie más a quien pedirle ayuda, mis hermanos no hablan conmigo desde hace años, por la vida que llevan y mis padre se fueron de este mundo hace dos meses. No se llegaron a enterar de mi situación, pues entonces creí que tenía esperanzas. Pero no...
O sí, la única esperanza que tengo es VIVIR lo que me queda con una buena sonrisa en la cara, rodearme de paz y bondad, y la escritura... siempre queda la escritura.
Comentarios
besines encantados
saludos!
Saludos