Otra vez ese olor extraño golpeaba su nariz no sabía por qué, pero sabía que era importante, puesto que cada etapa de su vida tenía un olor, y este en lo único que le afectaba era en que la transportaba a un lejano pasado, una adolescencia maravillosa llena de olores.
Marisa era, y sigue siendo, una mujer apasionada por la vida que pensaba que cada minuto tenía un olor diferente, era del tipo de personas que al tener un libro, un examen, una fotocopia, una propaganda... cualquier cosa... la olía y grababa ese olor, sin saberlo en su memoria.
Y ese olor, tenía algo de su pasado, un bonito final de verano en la playa. El sol, la arena, los pájaros y la tranquilidad de las olas... ¡eso era vida!
En la cabaña del acantilado, se solía subir a la cúpula con su telescopio e investigaba entre las estrellas si había algo que aun no se hubiera descubierto. Le fascinaba.
Las noches era un poco más frescas y hacía acopio de una rebeca por las tardes de Septiembre (a finales ya), ese frescor era maravilloso.
¿Por qué no volvía a la casa? Su madre accedería sin problemas, la casa, su olor, su tranquilidad, quizás seguiría Ramón por allá... el gato blanco de ojos azules.
Sin pensarlo ni dos veces más, llamó a su madre, le contó su plan y en menos de una semana estaba completamente instalada en la casa de intensos olores.
Todo aquello le daba sentido a su vida.
Es por ello que cada uno tenemos nuestro lugar preferido, ya sean por los olores, por el clima, por simplemente la paz que se respira o por cualquier cosa.
¿cuál es tu sitio?
Comentarios
Un saludo,
Pedro.
Un saludo!
;)
Un saludo!