Había luces tenues detrás de la puerta, que parecía entreabierta y permanecí sentada en el escalón, ¿qué hacer? ¿entrar? ¿no entrar? Ya me habían dicho papá y mamá que a los Reyes Magos no se los podía molestar mientras estaban trabajando.
Escuché sus risas y el chocar de las copas, eso era perfecto porque debajo del árbol les había dejado unas copitas con una botella de vino. Mi papi me aconsejó cuál dejarles y, como nunca se equivoca, pues ahí se la dejé, con caramelos de la cabalgata y un barreño con agua para los camellos.
Me volví a la cama muy nerviosa. "Están en mi salón" sólo pensaba que estaban conmigo y no les podía hablar para decirles que el caramelo que había cogido para Peter y me había comido yo había sido sin querer, que he sido muy buena, ¡no quiero carbón!.
El nerviosismo se iba apoderando de mí poco a poco y decidí intentar dormirme, así llegaría antes la mañana y de ese modo jugaría antes.
No pude dormir. Así que empecé a contar, UNO, DOS TRES, CUATRO.... CIEN, ciento uno... ciendo quince.... cient....
¡ES DE DÍA!
Corriendo fui a por Peter, a por Mamá y Papá. ¡Los Reyes han venido! Huele a su perfume... y los camellos habían dejado paja en la entrada de la casa, mamá se llevó las manos a la cabeza, tenía que limpiar. Qué gracioso, porque en la entrada se les había olvidado un regalito, Se les olvidó una hucha de princesa, ¡tenía dinero!
Mi madre me dijo que era mejor guardarla.
El salón estaba repleto de juguetes, pero ninguno de lo que había pedido. ¡Qué cosas! quizás no entendían mi letra, siempre me han dicho que tengo una letra muy sucia, pero me extraña, porque esta vez, para que lo entendieran bien, hice la carta en una hoja del colegio, con cuadritos y muy despacito, así que la letra, estaba bien.
Jugando con todos mis nuevos juguetes, me paré a pensar en lo que los Reyes Magos habían hecho. En una noche... todas las casas del mundo... Es mucho, Mamá dice que es magia...
Pero sé que ese tipo de magia no existe....
Comentarios
Besos!!
Una niña muy precoz la de tu cuento. Muy dulce como siempre tu relato.
¡Feliz 2012, guapi!