Ir al contenido principal

Mis chancletas rosas

Yo no sé si es normal. Pero desde que soy madre, la barra de labios y los taconcitos han quedado en el olvido. No sé cómo ha ocurrido pero zapatos que me ponía y consideraba mis "asiduos" me parecen horriblemente incómodos. ¿Cómo puede ser que una cuñita de tres dedines hagan que me tambalee al andar?

Se acabó el Tematacón. Bienvenidos los zapatos planos, y como me dé por un zapato, ese zapato parecerá cosido a mis pies, vaya que solo falta que me duche con ellos.

Este es el caso de las "chancletas" (como dice mi abuela) rosas. Me las compré para ir a natación en las rebajas de Enero un montón de años atrás. Ya ves... un euro... No me las quito para nada, parecen parte de mi piel y esque me hacen sentir tan tan cómoda y tan fresquita que ¿para qué buscar más?

Pues he de buscar otras, porque estas están empezando a morir, ya mismo podremos escribir en ella, porque está tomando el grososr de un folio, un agujerito incipiente en mi talón me está informando de que el fin de las chancletas rosas está cerca.

Me da pena. La misma pena que cuando las chancletas de esparto murieron también tarde un par de años en volver a enamorarme de unas nuevas. Cuando hablo de enamorarme de unas chancletas hablo de amor de verdad... Nos hacemos inseparables y vamos juntas a todos lados... Ya veis, un día me las llevé al laboratorio donde trabajaba.

Se me olvidó cambiarme de zapatos y fijaos... en chancletas, no podía parecer más cateta.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La muerte de bolsillo

No sabía que en la guerra hay monstruos más terribles que el hombre. Desde donde yo estoy no conozco más monstruo que el feroz hombre siempre cortando, siempre parando nuestra vida con un fin tan vil como su propio ego, para tener más, para atesorar cosas, tener tener tener... su lema, porque muchas veces tienen tantas cosas que se vacían por dentro. No lo entiendo, es mejor tener lleno el corazón y vacia la casa, que llena la casa y vacio el corazón... pero cada cual.... Una paloma, el otro día me dio una lección que no olvidaré, es mejor ser árbol que hombre. Resulta que esa paloma venía de una guerra. ¿qué es eso de la guerra? Le pregunté con toda mi curiosidad, y ella me dijo que la guerra no era más que una situación en que dos grupos de personas se enfrentan, sacrificando la vida de muchas otras personas, vidas que se pierden por pura vanidad, vidas que se van por el odio que reina entre dos ideologías. Pienso que no es justo. si eso es así, no es justo que perso...

Me llamarán loca

- No voy a devolverte tu alma … pero sí voy a ayudarte . Olvida los malos pensamientos fórjate un foco, un deseo y lucha por él, pese a todo, si lo que deseas es ser feliz en la vida, debes dar pasos certeros, y estar orgulloso de ser quien eres, ese es el secreto de la vida, sentirla Al escuchar las palabras del sabio chamán, sentí que había una esperanza, pues me quedaban pocos días en Buenos Aires, y no estaba curada del miedo. Cuando llegué allá, estaba huyendo de la miseria, de la miseria sentida, me sentía miserable, sola, hundida y un poco inútil... Pero este pequeño gran hombre con una sabiduría inmensa, en medio de la nada... Pudo levantarme, pudo hacer que en mi corazón existiesen motillas de luz, que poco a poco se harían grandes focos de luz, estaba sintiendo muchas cosas desconocidas, estaba aprendiendo la vida, a vivir. Quizás estaba destinada a enseñar aquello en mi país, pero me tomarían por loca, el estrés y la velocidad de todos los días no dejaban hueco para estar...

Volver atrás

Tenía la sensación de haber escuchado tantas veces esa canción ...  que podía transportarme a aquella época en que todo importaba y nada era importante. Aquel curso 1996-1997. Ya se sabe que la adolescencia es una etapa dificil, pero también puede llegar a ser preciosa. Concretamente aquel curso estuvo lleno de momentos preciosos. Poco a poco va pasando el tiempo y nos vamos llenando de prejuicios y de idealismos estúpidos para, algunas veces, convertirnos en alguien completamente diferentes a quien fuiste aquella vez, aquel año maravilloso en que todo parecía importar tanto como para atesorarlo en una cajita del tiempo.